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  • Foto del escritorFernando Helguera

UN ASUNTO MACHISTA

Cada quien escoge su manera de ser primitivo.

Ayer en la fila para pagar la cuenta de electricidad, un par de señoras hablaban de una tercera que seguramente era muy íntima, a juzgar por las críticas que hacían de ella y su aguantar al esposo, un “típico macho mexicano”. No pude evitar cuestionarme ¿qué define al macho mexicano y qué lo hace ser diferente del macho árabe, hindú, chino, argentino, o cualquier otro?

Todo es un asunto de percepción; al macho mexicano lo definen en gran medida, sino es que en su totalidad, las personas que lo rodean. Por ejemplo, imaginemos que un hombre no tiene una mujer a quien maltratar, que no tiene amigos con los cuales ver el fútbol tomando cerveza, y que no tiene a quién alburear. No cuenta con chicas para ser infiel, no conoce a alguien que amenace su territorio ni tampoco tiene empleados con quienes ser prepotente, y no tiene niños para mandonear. ¿Sería un macho si no hay oportunidad de acción que lo convierta en ello?

Bueno, entonces partamos de que un macho mexicano es distinto al de cualquier otra nacionalidad, porque está rodeado de mexicanos. Un típico macho mexicano ¿golpearía a una nórdica de casi dos metros de estatura? ¿o tomaría cerveza fría viendo futbol, con un grupo de esquimales que no han tenido energía eléctrica en los últimos 200 años? ¿o podría alburear a un tipo que no habla español? Viéndolo así diríamos que, al criticar al marido de la tercera, más bien criticaban a la esposa, a la suegra de la esposa, a los amigotes, y a toda la sociedad. Una característica importante: dicen que el macho mexicano es indiscutible, porque es macho probado.

Amable lector, haga usted el favor de analizar concienzudamente los siguientes puntos:

¿Qué diferencia hay entre un hombre que mira el fut con los amigos, a una mujer que mira las telenovelas con las amigas? / ¿Qué hay de distinto entre un hombre que somete físicamente, y una mujer que somete emocionalmente? / ¿Es muy diferente un hombre que alburea a otro, de una mujer que viborea a otra? / ¿El hombre infiel es peor o mejor que la mujer infiel? / No participar en las labores caseras, y no participar en la manutención del hogar ¿son dos caras de la misma moneda?

El macho mexicano pareciera ser un constructo que se materializa por igual en los hombres y en las mujeres de esta nación. De niño, mi madre científica, catedrática y ejecutiva, me enseñó (digna madre de su generación) a ser un caballero bajo la fórmula machista… de esos que a la mujer le abren la puerta, extienden la silla, y tienen acciones que según las feministas, son condescendientes hacia la misma. Por otro lado no podía yo tocar a la mujer “ni con el pétalo de una rosa” (afortunadamente me di cuenta pronto de que a las mujeres, tanto como a los hombres, les gusta ser tocadas bajo su consentimiento), tampoco podía ignorar mi responsabilidad de algunas tareas del hogar, ni mucho menos podía creerme superior por ser hombre. Las fórmulas de la caballerosidad, entonces ¿se convirtieron en sometimiento del hombre por la mujer empoderada?

Pareciera no servir de mucho evitar la opresión del hombre sobre la mujer, si apoyamos ideologías que favorezcan la opresión de la mujer sobre el hombre, la del rico sobre el pobre o viceversa, la del estudioso sobre el empírico, o la de una raza sobre otra. Ojalá el machismo fuera lo único estúpido y retrógrada del ser humano.

Las señoras, vecinas de la fila, al notar que las escuchaba con detenimiento, me observaron con evidente molestia. Me preguntaron que qué me traía y que no fuera metiche, que seguramente era yo de “esos” machitos que las estaba juzgando, aprovechándome de la debilidad femenina. Una, la más robusta y chaparra, puso su nariz a un centímetro de mi esternón y miró hacia arriba retadora, silenciosa. La otra dijo que afortunadamente venía acompañada de su amiga porque no me iba a ser fácil abusar de ellas e intimidarlas con mi fuerza física. Un servidor, les habló en otro idioma para confundirlas, y aprovechando la conocida técnica de la distracción, saqué un as de la manga y hui de ese pobre par de débiles mujeres sometidas por el machismo mexicano.

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