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  • Foto del escritorFernando Helguera

MI NACIMIENTO

Desde el principio se sabe lo que uno puede esperar.

Deja el destino cosas qué pensar cuando está dispuesto a jugarse un volado durante un nacimiento como el mío.


Obviamente dos familias están involucradas, aunque el lector ignore qué tan buenas serían sus relaciones. Los personajes involucrados no son muchos pero sustanciales. Queda claro que soy el más importante, pues me tocaba ser el producto en este parto. En segundo lugar Marcela mi madre y Fernando mi padre, en tercer orden mis padrinos, tía Gloria y tío Nahum, y abuelo Andrés. Sin menospreciar a persona alguna, luego los demás.


Los pongo en contexto: Cuando Nahum y mi padre se conocieron, encontraron que compartían la pasión (nunca fue vicio) por los juegos de azar; en especial el póker. Como sucede con frecuencia entre concuños, se fueron conociendo en diferentes medios: familiar, "pokariza", ámbito profesional… dicen las malas lenguas que también en sitios de los que no puedo escribir. Agradecen las familias, hoy y siempre, que no se les ocurriera hacer negocios juntos. Incluso iban juntos al pueblo natal de mi tío, para disfrutar de los palenques, las comilonas de animales recién carneados, la fruta de horno y sepa qué tanto más.


En uno de esos ires y venires salieron a flote, por suspicacias propias del humor familiar (no les voy a contar el chiste), dos fechas importantes: el 30 de noviembre, cumpleaños del abuelo Andrés Helguera y el 01 de diciembre, cumpleaños del mismísimo tío Nahum. Entrelazado con los hechos relevantes de finales de la década de los 60's, como la llegada del homo sapiens a la luna, o el icónico concierto de Woodstock, el tiempo desencadenó otro hecho relevante que da origen a la historia que relato. La gran noticia: ¡Mi madre y mi padre tendrían un engendro! Está bien, no pretendo engañar al lector, con la tecnología de aquel entonces era imposible saber si yo sería una Marcelita, pero con el objetivo de no confundir el devenir de los sucesos, llamaré al producto: “Fernandito”.


Si la casualidad existe, dijo que “Fernandito” nacería por parto natural y estaba a dos o tres días de tal acontecimiento; era el 28 de noviembre de 1969. Así es, ¡nacería el 30 de noviembre o el 01 de diciembre! Para quienes, por conocer la fecha de nacimiento del mentado “Fernandito”, o incluso su signo zodiacal, ascendente y hasta horóscopo chino, creen saber el desenlace de esta historia, les digo: nada más alejado de la realidad.


La animosidad estaba presente y cada familia consideraba que este nacimiento traería augurios de alta fortuna para unos u otros, dependiendo de la fecha. En un momento se escuchó: "¡Apostemos!". Eran mi padre y Nahum al unísono. Tanta era la concurrencia que se juntó una pequeña fortuna en la mesa de la sala de espera.


¿Ganaría noviembre o diciembre? Aún era 30 y los Helguera se miraban confiados, condición que se atenuaba minuto a minuto. La barriga de mi madre parecía reventar. Conforme noviembre recogía sus cosas para irse, los nervios afloraban... eran las 10 pm y “Fernandito” no salía:


22:15 - Pataditas, pero de ahogado, querían dar los Helguera.


22:30 - ¡Se acercaba el momento de los Cejudo!


22:45 - Puje que puje y nada de nada: abrazando su placenta, “Fernandito”.


¿Qué sería de grande si era niño?, ¿y si era niña? Decían que era muy importante que fuera niño para ser alguien en la vida. Por fortuna para “Fernandito” mi madre estaba en el quirófano y no escuchó lo que hablaban pues, con sus ideas feministas, ahí mismo se habría vestido para irse con todo y embarazo a medias.


23:45 – Pasó otra hora y los Cejudo se relamían los bigotes.


23:46 – ¡Saz! Que nace, ahora sí todos seguros, ¡“Fernandito”!

Todo era regocijos y enhorabuenas.


A mi primo Rafa, hijo de Gloria y Nahum, le entró una inquietud galopante:

-Marce, ¿y si mejor le ponen Jesús?

-¿Pero por qué m’ijito?

-Para que, cuando meta gol, le gritemos ¡Mucho Chucho!


Festejaron tanto como lo permitía el lugar, entre abrazo y abrazo, llegó la pregunta: ¿Ahora quién se queda con "la polla"? Claro, no los Cejudo, pero ¿Los Helguera? Sin duda el mayor esfuerzo era de mi madre. Pero no, se optó por la mejor opción: Alta gracia y fortuna para “Fernandito”, que se quedó con una alcancía llena de pesos, pesitos y pesotes, y además con una suerte perrona, de por vida, gracias a las buenas vibras.


Como consecuencia, si es que eso existe, se encontraría dinero tirado en cuantiosas ocasiones, ganaría rifas, sorteos, y juegos de azar, hasta un lujoso automóvil. Nueve licuadoras, balones de futbol y todo lo que usted pueda imaginar. Finalmente llegamos a la moraleja, que en este caso son dos:

Siempre hay que estar dispuesto a jugar un volado.

Si algo se rifa por ahí ten cuidado de jugar, que podría ser para “Fernandito”.

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