A ver si con esta lectura ¡finalmente nos cae el veinte!
Hemos llegado a finales de año, bueno, no todos, pero sí los que aquí leemos esta Obviedad Ignorada. Muchos mexicanos podríamos sentirnos indispuestos a ver con buenos ojos al año que viene: quien se permita seguir esos sentimientos, se merecerá un año entrante lleno de infelicidad y carencias, por malagradecido y prejuicioso, y de nada le servirá ponerse calzones rojos ni llenar su cubrebocas de uvas de los deseos. Tampoco hacerse propósitos de año nuevo.
Año singular el que termina, dio lugar a una conjunción de eventos que ni el más talentoso y macabro novelista podría haber imaginado. Solo habría una forma: Capote, Simone de Beauvoir, Cortázar, Shelley, Kennedy Toole, Ibargüengoitia, Agatha Christie, Boris Vian, Borges, y algunos otros; les imagino en tertulia en el más allá, hace un año, haciendo un cadáver exquisito para no aburrirse, mismo que fue leído por la editora suprema, quien decidió hacer una serie con él. Ustedes los protagonistas, la Tierra el escenario, y yo el cronista amateur con las Obviedades Ignoradas.
Se me ha helado la nariz nomás de olerme lo que estarán pensando que ustedes agregarían, si tuvieran la oportunidad, a ese juego literario; los invito a mandarme sus ocurrencias, y prometo interceder por ustedes siempre que envíen algo que valga la pena para agregar a este año; tienen un poco más de una semana. Mientras tanto vamos haciendo un recuento de los hechos, aclarando que no sería sensato mencionar las cosas obvias que son parte del guion a menos que hayan sido ignoradas, por lo que me enfocaré en estas últimas:
1. Quedó en evidencia que virus y bacterias son el principal elemento globalizador de la historia. Agarran parejo y homologan a las personas de las diferentes razas. Diarrea es diarrea.
2. La fe y la inocencia humanas no tienen fronteras: Aún hay quien espera que la normalidad regrese, se renueve o, simplemente exista, para por su medio evolucionar gracias a que vimos a los animalitos repoblar el planeta que dejamos al confinarnos.
3. El cautiverio demostró que la autocomplacencia del ser humano es directamente proporcional a su intolerancia por las perspectivas ajenas. Salvo el mundo quedándome en casa, tú, villano. Salvo a la humanidad negándome a la manipulación del confinamiento, tú, villano. Soy un súper héroe.
4. Descubrimos que el papel de baño debe cotizar en la bolsa junto con las materias primas.
5. Se hizo evidente que el ser humano no es tan gregario como se suponía. Gustoso, y gracias al confinamiento, ya no necesito cruzarme de acera y evitar a ese conocido que aún no me ha visto.
6. Vimos que la humanidad creerá lo que sea, si le da motivos para pelear con los demás. El conflicto se ha convertido en un pasatiempo gracias a la unión de la sana distancia con el internet.
7. Hoy en día ya muchos saben cuál es su mejor ángulo para salir en la pantalla, o cuando menos creen saberlo, que es suficiente para que las cosas funcionen en las juntas y reuniones virtuales.
8. Fiestas y festejos siempre han sido reprobables para quienes no fueron invitados, pero hoy lo son incluso para los organizadores y los beneficiarios. Festejemos, aunque sintamos culpa por ello.
9. Ahora sí todos, hasta los que en los ochentas se unieron a los optimistas, sabemos que aquello que podría salir mal lo hará; seguro alguien está por nombrar al actual, el año oficial de Murphy.
10. El mundo finalmente entendió la puntualidad mexicana: el confinamiento durará quince días, no, bueno, mes y medio, o mejor hasta junio o julio, o quizás octubre, o mejor enfoquémonos en salvar la navidad, pero bueno, me refería a la de 2021. Y así está sucediendo en todo el planeta.
Aún tenemos tiempo hasta que termine el veinteveinte, para lograr la buena disposición que nos permita hacer propósitos de año nuevo, sin ser merecedores a un desaire del Universo hacia nuestros “decretos”. Si estos propósitos son abandonados hacia mediados de febrero, sabremos que la normalidad está aquí, lista para vernos evolucionar.
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